La discapacidad no es una
elección, cuando un hijo discapacitado llega a tu vida, según tus creencias,
por casualidad, por karma, por destino, porque Dios te mando un ángel que te
cuidara, nada importa, ya está en tus manos, y ahora es tu responsabilidad, la
aceptación es la más difícil etapa de todas, como padre no concibes la idea de:
¿Por qué a ti?, ¿Por qué tu hijo?, pero la realidad ya está, es tuyo y ahora
está en tus brazos, para cuidarlo, protegerlo, enseñarlo y aprender desde cero
como sacarlo adelante.
Cuando aceptas, te das cuenta lo
hermoso de la experiencia, como puedes aprender junto con ellos, ningún niño
discapacitado es igual a otro, todas sus necesidades son diferentes, y como
padres ninguno tampoco somos iguales, aparte no somos los únicos que deben
cambiar, existe una familia completa que debe aprender a ayudar y a compartir
los nuevos hábitos, como un gran equipo.
Un niño discapacitado, es una
enseñanza diaria, todos los días salen incógnitas que resolver, dudas
frecuentes de que será lo mejor, desde cómo tratarlo físicamente, hasta como
debes manejarlo psicológicamente para que no te gane el amor, sino la madurez para
enseñarlos a madurar a ellos también, el hecho de que sean discapacitados no
los inutiliza frente al mundo, al contrario cuando convives con uno de ellos,
te das cuenta de la gran habilidad que tienen para aprender cosas que una
persona normal tal vez no pueda, por ejemplo, un niño que no puede moverse por sí
solo, desarrolla el oído de una forma impresionante, puede escuchar una
conversación a distancias que no podrías hacerlo tú, tienen un nivel de
concentración para manejar varias platicas a la vez, y sin embargo están
poniendo atención en todas, saben quién llego, quien se fue, aunque no puedan
ver la puerta de la entrada, convivir con ellos día a día podría impresionar a
cualquiera, y para nosotros los padres es tan normal, lo que para muchos de nuestros
visitantes es una sorpresa.
Como padre aprendes a analizar a
todas las personas que te rodean, eso también nos hace a nosotros diferentes,
aprendes a conocer con una mirada la forma en que los demás ven a tus hijos,
con lastima, con amor, o sencillamente normal, sabes la gente que tiene miedo
de tratarlos, la gente que definitivamente no sabe cómo tratarlos, o la gente
que los ama sobre todas las cosas como tú. Te vuelves en parte un psicólogo
hacia el trato con tu hijo.
La discapacidad nos llena de alegrías,
aunque las demás personas te vean con lastima por lo que te está pasando, pero
si se adentraran a conocer más allá de una simple mirada, se darían cuenta que
aunque a veces reniegues o sufras, es una experiencia realmente maravillosa.
En particular mi trato con una adolescente
ahora, discapacitada, ha sido como volver a iniciar mi adolescencia, así como aprendí
a poner pañales o a enseñar a ir al baño a un niño, ahora debo aprender cómo
llevar a una niña con discapacidad al baño, es pesado, mas no difícil, es
cuestión de maña, no de fuerza, es reírnos juntas cuando nos quedamos atoradas
en la puerta, o cuando nos golpeamos con el marco, es divertido cuando no la
siento bien, y tenemos que mantener el equilibrio para lograrlo, o cuando la
meto a bañar y termino yo empapada junto con ella, es cuestión de amor, como
algún día alguien me dijo una frase: “Cuando hacemos las cosas con amor, nada
es pesado”, esa frase quedo tan marcada en mí, que la llevo en mi mente cada
vez que por falta de tiempo o presión excesiva del día, ella me pide que la
lleve al baño o le dé algo que no puede alcanzar, y yo pienso: “Ay voy”,
entonces esa frase llega a mi mente, y se me quita el cansancio, el genio y voy
y lo hago alegre y de buena gana, es una frase mágica que utilizo en mis días
agitados.
La experiencia que adquirimos
durante su crecimiento nos deja grandes enseñanzas, nos deja grandes
experiencia al ir a la calle en una silla de ruedas, cuando la gente los
observas y tú dices: “Que le vez”, luego aprendes a observarlos y cuando ellos
se percatan y se sorprenden, tu solo les sonríes, y ellos sonríen y voltean la
mirada. Entonces haz ganado a los mirones, y te sientes orgullosa de puchar la
silla, tu podrás aprender lo que muchos en su vida no lograran, por nuestra parte
tenemos muchos beneficios que los demás no, así hay que verlo, en mi particular
forma de ver, aprendemos y aprovechamos los beneficios, como el usar lugares
que muchos no harán con permiso, no hacer filas, descuentos, es la parte de los
beneficios que tenemos, y hay que verlo como el juego que debemos jugar con
nuestros niños para que vean que son una bendición y no una carga. Y es
maravilloso, porque al final del día cuando volteas y de la nada te regalan la
última sonrisa antes de dormir, te das cuenta que tienes la sonrisa más hermosa
y limpia que podrías haber recibido, su inocencia y su amor se refleja en ella,
eres su madre y ellos lo saben, pero más que nada eres la persona más
importante para ese angelito ahí acostado, él es y será tu compañía de por
vida, muchos personas irán y muchas vendrán, pero ellos seguirán siendo tu
cómplices por siempre.